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El propósito de este libro es rescatar la historia de la Universidad de Concepción, en una de sus etapas más fecundas, como lo fue el período del segundo rector, señor David Stitchkin Branover. Por entonces se debatían dos conceptos de universidad: aquella que la concebían como un cuerpo docente dedicado a la formación de profesionales, mientras que una concepción más moderna postulaba que, sin menoscabo de la función docente, era propio de la universidad la labor de investigación. Stitchkin adhirió a esta concepción más moderna, a cuyo propósito fue necesario realizar una restructuración académica que contó con la asesoría de la UNESCO.
Pilar fundamental de la restructuración fue la creación de los institutos centrales de ciencias básicas: Biología, Física, Matemáticas y Química, que ejercían docencia e investigación en sus respectivas disciplinas. Ellos han sido valorados como la principal obra académica del rector Stitchkin. Para su implementación fue necesario establecer un cuerpo de profesores investigadores a tiempo completo y de dedicación exclusiva, modalidad que hasta entonces no existía en las universidades chilenas, pero que se hacía indispensable para lograr el progreso en el quehacer universitario. La restructuración de la universidad penquista, sirvió de modelo para sus congéneres del país e internacionalmente se proyectó como plan piloto en las conferencias de la UNESCO en San José de Costa Rica (1958) y en París (1959).
Stitchkin postulaba que los institutos de la universidad debían ser los laboratorios experimentales de las industrias; entendía, pues, la universidad al servicio de las industrias, para contribuir así a la riqueza del país. Argumento propio del desarrollismo imperante en ese tiempo, que basaba el crecimiento y desarrollo económico en el despegue y progreso del sector manufacturero.
Pero en el concepto de universidad compleja que concebía el Rector, la tarea universitaria no se circunscribía a la docencia y a la investigación. Función primordial era también la de extensión. En ellas se incluía, entre muchas otras manifestaciones, el Teatro Universitario y las escuelas de verano. El TUC significó un hito de fundamental importancia en la historia cultural de la Universidad. En sus representaciones participaron actrices y actores que tuvieron proyección nacional e internacional. Las escuelas de verano reunían a selectos grupos de catedráticos, científicos, investigadores, escritores e intelectuales, del país y del extranjero, que ilustraban a la comunidad sobre los avances científicos y sobre las inquietudes culturales predominantes.
En síntesis, la gestión innovadora de Stitchkin permitió que la Universidad de Concepción alcanzara una etapa de consolidación y prestigio, en los ámbitos de la docencia, investigación y extensión, que la situaron entre los principales planteles universitarios de América Latina.
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