Dr. Osvaldo Ulloa.
Profesor titular en el Departamento de Oceanografía y director del Instituto Océanos de la Universidad de Concepción.
Director del Instituto Milenio de Oceanografía (IMO).
Comentario realizado en la presentación del libro Diversidad del plancton chileno en el Sistema de Corrientes de Humboldt.
Distinguida audiencia: autoridades, colegas, estudiantes y amigos:
Es un honor y privilegio estar hoy aquí, en este espacio de celebración del conocimiento, para presentar esta obra medular sobre la diversidad del plancton marino chileno, editada con exquisito rigor por las doctoras Hidalgo y Marchant. Más que un simple compendio de datos, este volumen representa un testimonio vivo de nuestra relación con el mar, un ejercicio de memoria científica y un puente entre generaciones de investigadores.
En los próximos minutos, me gustaría invitarlos a reflexionar sobre una paradoja de nuestro tiempo: ¿por qué los libros científicos son más relevantes que nunca en esta era de sobreabundancia informativa?
Las cifras actuales pintan un panorama elocuente:
- Cada año se publican más de 5 millones de artículos académicos.
- Existen aproximadamente 50 000 revistas especializadas en circulación.
- Solo en 2023, el mercado editorial de revistas académicas superó la astronómica cifra de 10 000 millones de dólares.
Este crecimiento exponencial responde a varios factores estructurales:
- La cultura del «publicar o perecer» ha convertido los artículos en moneda de cambio académico, donde la cantidad frecuentemente prima sobre la profundidad y la calidad.
- La emergencia de nuevos polos científicos, particularmente China que en 2022 desplazó a Estados Unidos como mayor productor mundial de artículos, lo que ha intensificado la competencia por espacios editoriales.
- Un modelo de negocios cuestionable donde, paradójicamente, el conocimiento producido con fondos públicos termina encerrado tras costosos muros de pago.
Frente a este verdadero tsunami de «papers» —término de moda que, dicho sea de paso, podríamos perfectamente reemplazar por «artículos» en nuestra rica lengua castellana—, los libros científicos emergen como islas de sentido y profundidad. ¿Por qué? Porque ofrecen lo que rara vez encontramos en publicaciones periódicas:
• Síntesis comprehensivas que integran décadas de investigación en una narrativa coherente.
• Contexto histórico que nos permite entender la evolución de cada disciplina.
• Espacio para la reflexión epistemológica sobre métodos y hallazgos.
• Perspectiva multidisciplinaria, como la que encontramos en esta obra que armoniza oceanografía, biología marina y ecología.
Al publicar este volumen, sus autores y la Editorial Universidad de Concepción están realizando un triple acto de resistencia que merece ser destacado:
- Resistencia al centralismo científico: demostrando que el conocimiento de excelencia no es monopolio del norte global, sino que florece también desde nuestras costas y laboratorios del sur.
- Resistencia al colonialismo cultural: reivindicando el estudio de nuestros ecosistemas locales con estándares internacionales pero con mirada propia, arraigada en nuestro territorio y realidad.
- Resistencia a la mercantilización del saber: priorizando la calidad sobre la cantidad, el rigor metódico sobre la prisa publicadora, la colaboración genuina sobre la competencia estéril.
Este volumen adquiere especial relevancia al reunir las contribuciones de 25 investigadores provenientes de una decena de instituciones nacionales. Cada capítulo representa un nudo en esta red de conocimiento colectivo que hoy presentamos con orgullo.
La brillante filóloga y escritora española Irene Vallejo, en su obra cumbre El infinito en un junco, nos ofrece una reflexión profundamente vigente:
«El libro es nuestro aliado en una guerra que no registran los manuales de historia: la lucha por preservar nuestras creaciones valiosas… los conocimientos verdaderos, falsos y siempre provisionales que vamos arañando en la roca dura de nuestra ignorancia».
Esta cita encierra una verdad fundamental de la empresa científica: todo conocimiento es provisional por naturaleza. La ciencia avanza precisamente porque cultivamos la humildad intelectual de reconocer que lo que hoy damos por cierto, mañana puede ser refinado, complementado o incluso refutado.
Pero que el conocimiento sea provisional no lo hace menos valioso. Permítanme ilustrar este punto con un ejemplo emblemático:
En 1951, la célebre bióloga marina y escritora estadounidense Rachel Carson —cuya obra Primavera Silenciosa daría origen al movimiento ambientalista moderno— publicó El mar que nos rodea, obra maestra que combinaba rigor científico con prosa poética. En sus páginas, Carson describía el origen del Océano Pacífico como una «cicatriz» dejada por el desprendimiento de la Luna, teoría vigente en su época.
Hoy, gracias a la revolución de la teoría de la tectónica de placas desarrollada en la década siguiente, sabemos que esta explicación era incorrecta. Sin embargo, ¿hace esto obsoleto el libro de Carson? ¡Absolutamente no! Su obra sigue siendo valiosa como:
- Testimonio histórico del pensamiento científico de su época.
- Modelo de comunicación científica accesible y elegante.
- Fuente de inspiración para generaciones de investigadores.
Este ejemplo nos recuerda que los libros científicos buenos trascienden sus datos para convertirse en documentos culturales y fuentes de inspiración duradera.
En nuestro mundo actual —inundado de información fugaz, de artículos que pocos leen y algoritmos que deciden arbitrariamente qué merece nuestra atención—, los libros científicos como el que hoy presentamos cumplen una función esencial: son faros que iluminan el camino del conocimiento.
Nos recuerdan principios fundamentales:
• Que la ciencia de calidad requiere tiempo para madurar y sedimentarse.
• Que el conocimiento verdadero se construye en comunidad y diálogo intergeneracional.
• Que elementos poco conocidos de los ecosistemas marinos como nuestro plancton merecen estudio serio y compromiso sostenido.
• Que el conocimiento, aunque provisional, requiere de memoria institucional para progresar.
Que esta valiosa publicación sirva no solo para documentar nuestra rica biodiversidad marina —ese universo minúsculo y fascinante que late en nuestras aguas—, sino para inspirar a nuevas generaciones de científicos chilenos y del mundo entero. Porque en cada página late una verdad fundamental: proteger nuestro océano comienza por conocerlo íntimamente, entender sus complejidades y maravillas, tarea que requiere obras como esta —rigurosas en su método, accesibles en su lenguaje y profundamente arraigadas en nuestro territorio y realidad local.
Este libro representa una reivindicación del libro científico como herramienta de memoria colectiva y como puente intergeneracional. Que su publicación sea también una invitación a seguir resistiendo: resistiendo la fragmentación del saber, la tiranía de lo inmediato y la mercantilización del conocimiento.
Como el plancton que viaja uniendo océanos, que estas páginas conecten mentes y corazones, sembrando curiosidad y compromiso con nuestro mar. Porque al final, cada libro científico es un mensaje en una botella lanzado al futuro, conteniendo lo mejor de nuestro presente para quienes vendrán después.
Muchas gracias.